ENTRE LA LUZ Y LA OSCURIDAD: PLANTAS MEXICANAS QUE NO REALIZAN FOTOSÍNTESIS
Desde nuestros primeros años, ya sea a través de la educación escolar o el entorno familiar, uno de los primeros conceptos biológicos que aprendemos es que las plantas «producen su propio alimento» mediante la fotosíntesis.
Quizá éramos aquel niño curioso que se preguntaba por qué simplemente se regaba a las plantas. Según quien nos explicara, recibíamos respuestas más o menos detalladas, pero es un conocimiento casi universal que las plantas requieren únicamente tierra, agua y luz solar para llevar a cabo este proceso. Para realizar este proceso, la planta – o cualquier organismo fotosintético – requiere dióxido de carbono y agua. Estos compuestos son convertidos, a través de un orgánulo especializado dentro de la célula, en carbohidratos como la glucosa y oxígeno.
Este proceso metabólico genera reservas ricas en energía. La cantidad de luz requerida por la planta varía según la especie; algunas prosperan en la sombra, otras prefieren la luz matutina o la luz filtrada, mientras que algunas pueden tolerar la luz solar directa.
No obstante, lo que rara vez se enseña, y poca gente conoce, es que no todas las plantas dependen de la fotosíntesis para obtener sus nutrientes. De hecho, estas plantas carecen del distintivo color verde característico de este grupo de organismos vivos.
La Clorofila es una molécula esencial para las plantas.
Los cloroplastos son organelos presentes dentro de las células vegetales responsables de la fotosíntesis. Utilizan la clorofila, un pigmento vital que absorbe la luz y la convierte en energía química.
Debido a que la clorofila no absorbe las longitudes de onda de la luz que corresponden al color verde, las áreas de las plantas y otros organismos fotosintéticos encargadas de este proceso, como las hojas, adquieren este distintivo color. Algunas especies de plantas incluso pueden llevar a cabo la fotosíntesis en las raíces. Sin embargo, existen plantas que carecen de la maquinaria necesaria para llevar a cabo este proceso, o bien, la clorofila no cumple su función correctamente. Por lo tanto, en lugar de presentar el característico color verde, estas plantas exhiben tonalidades pálidas y son incapaces de llevar a cabo la fotosíntesis.
Plantas Parasitarias
Al ser incapaces de producir su propio alimento, las distintas especies de plantas no fotosintéticas recurren a uno de los métodos más exitosos entre los seres vivos: el parasitismo. Algunas de estas especies obtienen sus nutrientes parasitando a otras plantas, mientras que otras se aprovechan de los hongos presentes en el suelo.
En México, contamos con diversos ejemplos de estas plantas, algunas de las cuales poseen un aspecto peculiar y casi fantasmagórico. Debido a su naturaleza parasitaria, resulta sumamente difícil y poco recomendable intentar cultivarlas con fines ornamentales; de hecho, rara vez se logra. Sin embargo, su apariencia única y peculiar belleza ciertamente invitan a ello.
Podemos observar a la especie Monotropa uniflora, comúnmente conocida como planta fantasma debido a su inconfundible aspecto. En este caso, las plantas de este género parasitan hongos micorrízicos, de los cuales obtienen todos los nutrientes necesarios para su supervivencia.
Estos hongos establecen relaciones simbióticas beneficiosas con otras especies de flora, como árboles, intercambiando y compartiendo nutrientes. Además, facilitan una amplia comunicación de señales químicas en los bosques, fenómeno conocido por los científicos como la «Wood Wide Web».
Gracias a su parasitismo con estos hongos, las Monotropa pueden obtener recursos tanto de los hongos como de otras plantas que realizan fotosíntesis, aunque obviamente no contribuyen con nada a cambio. Esta adaptación les permite prosperar en ambientes muy oscuros sin dificultad alguna.
Un ejemplo adicional de parasitismo en relación con hongos, aunque en este caso no son hongos micorrízicos, lo encontramos en el género Corallorhiza, conocido comúnmente como orquídeas de suelo. Para subsistir, estas plantas también parasitan hongos que se desarrollan en el suelo.
Aunque sus colores no son tan misteriosos como los de otras especies, las orquídeas de este género, que van desde tonos blancos hasta rojos, sin duda capturan la atención con su peculiar aspecto.
En cambio, las especies pertenecientes al género Cuscuta, comúnmente conocidas como «cabellos de ángel», se alimentan parasitando a otras plantas. Después de la germinación de las semillas, tienen un tiempo limitado para encontrar una planta huésped. Una vez que lo hacen, se enredan alrededor de ella y desarrollan un tipo especial de raíz, característico de este tipo de plantas parásitas.
Estas raíces penetran en la planta huésped hasta alcanzar su sistema vascular, del cual extraerán todos los nutrientes necesarios para su subsistencia.
¿Acaso lo Sabías?